domingo, 2 de septiembre de 2018

DOLOR Y SUFRIMIENTO

LA ENFERMEDAD CONLLEVA DOLOR Y SUFRIMIENTO
(Juan 11:3-4) “Mandaron, pues, sus dos hermanas a decir a Jesús: Señor nuestro, he aquí, el que amas yace enfermo. Pero Jesús dijo: Esta enfermedad no es para muerte, sino para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado a causa de ella.”
Meditando en estos versículos, pensaba en mis hermanos que están sufriendo enfermedad, y dije: “Señor: Los que amas están enfermos” Tú sabes, que ellos te aman, y que en su día tú los llamastes, dándoles la salvación, por medio de la fe, regenerándolos en nuevas criaturas, santificándolos por el Espíritu Santo; pero siguen enfermos; y salvo que tú intervengas, van a seguir estándolo.
¿COMO LE EXPLICO A UN HERMANO ENFERMO, QUE LA ENFERMEDAD QUE ESTÁ SUFRIENDO, PUEDE SER PARA ÉL UNA BENDICIÓN Y NO UNA MALDICIÓN?
Responde el Señor, a través de su Palabra: (Romanos 8:28) “Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados.”
Todos sabemos, que la enfermedad, entró en el mundo, por causa del pecado que nuestros primeros padres cometieron. Dios, no ha creado la enfermedad; y es por ello, que Él envió a su Hijo Unigénito, para liberarnos del pecado y de sus consecuencias.
El sufrimiento y la enfermedad, hacen, que el discípulo de Cristo, sea más semejante a su Señor, que si por el contrario, gozara de buena salud. Porque, "ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores." (Isaías 53:4; Mateo 8:17). El discípulo de Cristo, que sufre en su enfermedad, tiene la oportunidad de participar aprendiendo en su carne, lo que sufrió su Salvador por él y por toda la humanidad. La enfermedad, lleva al discípulo de Cristo a una mayor y más continua comunión con su Señor y Salvador Jesús Cristo.
Nuestro Salvador, fue “despreciado y desechado por los hombres, varón de dolores y experimentado en el sufrimiento” (Isaías 53: 3).
La vida de Jesús, fue una constante de dolor y sufrimiento:
¿Por qué ha de ser distinta la nuestra, que somos sus discípulos?
(1ª Pedro 4:12-13) “Amados, no os sorprendáis por el fuego que arde entre vosotros para poneros a prueba, como si os aconteciera cosa extraña. Antes bien, gozaos a medida que participáis de las aflicciones de Cristo, para que también en la revelación de su gloria os gocéis con regocijo”
ORACIÓN:
Padre celestial y Padre nuestro.
¡Gracias Padre! Porque en este amor que tú nos has dado, “nuestro Señor Jesús Cristo”, podemos acercarnos a ti y ofrendarte todo nuestro amor, sabiendo, que todas las cosas nos ayudan a bien; porque conforme a tu Propósito hemos sido llamados.
¡Gracias Padre! Porque tú eres verdadero, declarándonos en tu Palabra, que en nuestro peregrinar, no debiéramos sorprendernos y tomar como cosa extraña, el que vengan a nuestras vidas diversas pruebas, como por ejemplo, la enfermedad acompañada de dolores y sufrimiento.
Y ¡Gracias Padre! Porque, con tu ayuda, comunión contigo y con nuestro Señor, sobrellevaremos las enfermedades, participando de las aflicciones de Cristo y en la esperanza, de que un día él vendrá a por nosotros, redimiendo nuestros cuerpos mortales, para que sean semejantes al de la gloria suya y acabándose para siempre, todo dolor, sufrimiento y enfermedad.
En el nombre de Jesús. ¡Amén!
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