AMAR PARA SERVIR
1ª Corintios 13:1-13
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El amor es sufrido:
Pongamos nuestros ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, que con gozo obedeció al Padre, sufriendo menosprecio, oprobio e insultos; pero sobretodo sufriendo la cruz, clavado en ella por nuestros pecados y limpiándonos con su sangre preciosa. Pero, ¡Gloria a Dios!, que resucitó y ascendiendo a la Gloria, está sentado a la diestra del trono de Dios el Padre.
Considerando a nuestro Señor, que sufrió tal contradicción de pecadores contra sí mismo, no decaeremos en el ánimo y sin desmayar por amor a él, seremos gozosos en la esperanza, sufridos en la tribulación y constantes en la oración (Romanos 12:12). Sufriremos más bien los agravios, el ser defraudados (1ª Corintios 5:7), oprobios, penalidades y toda clase de cosas contrarias, sabiendo que esperamos en el Dios viviente, que es el Salvador de todos los hombres, mayormente de los que creen (1ª Timoteo 4:10), y que si sufrimos, también reinaremos con él (2ª Timoteo 2:12).
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El amor es benigno:
Nosotros que hemos gustado la benignidad de Dios, debemos caracterizarnos por mostrar buena voluntad, comprensión y simpatía hacia los demás.
(Lucas 6:35) “Amad, pues, a vuestros enemigos, y haced bien, y prestad, no esperando de ello nada; y será vuestro galardón grande, y seréis hijos del Altísimo; porque él es benigno para con los ingratos y malos."
(Gálatas 5:22) "Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe,"
(Efesios 4:32) "Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo."
(Colosenses 3:12) "Vestíos, pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia;"
(Santiago 3:17) "Pero la sabiduría que es de lo alto es primeramente pura, después pacífica, amable, benigna, llena de misericordia y de buenos frutos, sin incertidumbre ni hipocresía."
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El amor no tiene envidia:
La envidia está considerada en la Palabra, como una plaga de la peor especie: “¿Quién parará delante de la envidia?” (Proverbios 27:4)
Por eso, somos exhortados a permanecer alejados de su terrible influencia: “No tengas envidia de los que hacen iniquidad” (Salmo 27:1)
El deseo de superación en nuestras circunstancias materiales, pueden conducirnos a poner nuestro corazón en la prosperidad ajena, sin considerar el origen, así: “no tenga tu corazón envidia de los pecadores .“ (Proverbios 23:17)
Es una oportuna advertencia, porque: “El corazón apacible es vida de la carne; más la envidia es carcoma de los huesos” (Proverbios 14:30)
¡Qué contraste! Al igual que el día y la noche, la luz y las tinieblas, lo bueno y lo malo, así es un corazón sin envidia , o con ella.
Si somos prevenidos, es porque en nuestra carne mora el germen de la envidia y otras nocivas enfermedades que debilitan el alma, alejándola de Dios.
La Iglesia de Corinto, no fue precisamente un modelo de iglesia a imitar, sino por el contrario fue modelo para que aprendamos a realizar hoy los ajustes que fueren precisos, por medio de las reprensiones que el apóstol Pablo, en su amor, solicitud e inspiración les dirige en sus epístolas.
(2ªCorintios 12:20) “...que no haya entre vosotros contiendas, envidias..”
La envidia es una de las obras de la carne (Gálatas 5:21), que debe dejarse en virtud de la nueva naturaleza adquirida (1ª Pedro 2:1). El envidioso es manifiesto a todos; aún el hombre natural discierne la envidia en sus semejantes.
En todas las manifestaciones de la vida, la envidia, ocupa un lugar destacado para lo malo. En muchas ocasiones, ¡demasiadas!, ocurre, que juzgamos a alguien como soberbio, altivo u arrogante, cuando en realidad, lo que ha ocurrido, es que su excelencia ha despertado la envidia en nosotros: “He visto asimismo que todo trabajo y toda excelencia de obras despierta la envidia del hombre contra su prójimo. También esto es vanidad y aflicción de espíritu.” (Eclesiastés 4:4)
¡No juzguemos según las apariencias, sino juzguemos con justo juicio! (Juan 7:24)
En la vieja naturaleza, solo la muerte da al traste con ella:
(Eclesiastés 9:5-6) “Porque los que viven saben que han de morir; pero los muertos nada saben, ni tienen mas paga; porque su memoria es puesta en olvido. También su amor y su odio y su envidia fenecieron ya; y nunca más tendrán parte en todo lo que se hace debajo del sol”
Sucede también, que Dios, quiere honrar o distinguir a alguno de entre sus hijos (Él es soberano en todo). Si fuese así:
¡Amemos al que Dios honra! ¡Honremos al que Dios ama!
No imitemos la conducta de los malos hermanos de José, que: “le aborrecían y no le podían hablar pacíficamente”
La envidia, es el motor que mueve toda oposición a la manifestación del amor.
(Génesis 37:4 y 11) “... y viendo sus hermanos que su padre le amaba más que a todos sus hermanos, aborrecíanle y … le tenían envidia”
Y por lo tanto, pensaron y maquinaron para destruirle:
¡Pero Dios preservó su vida!
¡Dios preserve nuestras almas de esta perniciosa plaga
de la envidia!
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El amor no es jactancioso:
No debemos ser presumidos, alardeando de nosotros y de nuestras propias cualidades,, porque ello es vanidad y para nada aprovecha.
La ley de nuestra fe excluye la jactancia:
(Romanos 3:27) "¿Dónde, pues, está la jactancia? Queda excluida. ¿Por cuál ley? ¿Por la de las obras? No, sino por la ley de la fe."
(1ª Corintios 5:6) "No es buena vuestra jactancia. ¿No sabéis que un poco de levadura leuda toda la masa?"
(Santiago 4:16) "Pero ahora os jactáis en vuestras soberbias. Toda jactancia semejante es mala;"
¡Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes!
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El amor no se envanece:
Debemos evitar todo tipo de sentimientos de orgullo o vanidad.
(1ª Corintios 4:6) "... aprendáis a no pensar más de lo que está escrito, no sea que por causa de uno, os envanezcáis unos contra otros."
(1ª Corintios 8:1) "El conocimiento envanece, pero el amor edifica."
(1ª Timoteo 6:3-5) "Si alguno enseña otra cosa, y no se conforma a las sanas palabras de nuestro Señor Jesús Cristo, y a la doctrina que es conforme a la piedad, está envanecido, nada sabe, y delira acerca de cuestiones y contiendas de palabras, de las cuales nacen envidias, pleitos, blasfemias, malas sospechas, disputas necias de hombres corruptos de entendimiento y privados de la verdad, que toman la piedad como fuente de ganancia; apártate de los tales."
(Efesios 4:17) "Esto, pues, digo y requiero en el Señor: que ya no andéis como los otros gentiles, que andan en la vanidad de su mente,"
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El amor no hace nada indebido:
No hagamos algo inconveniente, ilegal o injusto. Y no lo haremos, porque siempre buscaremos la gloria de Dios, sabiendo, que Él es verdadero y no hay injusticia en Él (Juan 7:18). Si nos desviáramos de Su voluntad, haciendo lo indebido, Su palabra nos dice, que también nosotros recibiremos lo indebido.
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El amor no busca lo suyo:
(Filipenses 2:21) "Porque todos buscan lo suyo propio, no lo que es de Cristo Jesús."
(1ª Timoteo 5:8) "...porque si alguno no provee para los suyos, y mayormente para los de su casa, ha negado la fe, y es peor que un incrédulo."
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El amor no se irrita:
Dice la palabra de Dios: "No nos hagamos vanagloriosos, irritándonos unos a otros, envidiándonos unos a otros." (Gálatas 5:26)
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El amor no guarda rencor:
No debemos o debiéramos albergar sentimientos de hostilidad, de resentimiento, sintiéndonos agraviados u ofendidos, con nadie y muchísimo menos con nuestros hermanos en Cristo.
(Mateo 5:23-24) "Por tanto, si traes tu ofrenda al altar, y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, deja allí tu ofrenda delante del altar, y anda, reconcilíate primero con tu hermano, y entonces ven y presenta tu ofrenda."
(1ª Corintios 6:7) "¿Por qué no sufrís más bien el agravio? ¿Por qué no sufrís más bien el ser defraudados?"
(1ª Tesalonicenses 4:6) "que ninguno agravie ni engañe en nada a su hermano; porque el Señor es vengador de todo esto, como ya os hemos dicho y testificado."
(Mateo 6:14) (Marcos 11:26) "Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial;"
(Mateo 18:35) (Marcos 11:25) "Así también mi Padre celestial hará con vosotros si no perdonáis de todo corazón cada uno a su hermano sus ofensas."
(Santiago 3:2) "Porque todos ofendemos muchas veces. Si alguno no ofende en palabra, éste es varón perfecto, capaz también de refrenar todo el cuerpo."
(Santiago 5:16) "Confesaos vuestras ofensas unos a otros, y orad unos por otros, para que seáis sanados. La oración eficaz del justo puede mucho."
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El amor no se goza de la injusticia:
Dice la palabra de Dios: "No os unáis en yugo desigual con los incrédulos; porque ¿qué compañerismo tiene la justicia con la injusticia? ¿Y qué comunión la luz con las tinieblas?" (2ª Corintios 6:14)
(Colosenses 3:25) "Mas el que hace injusticia, recibirá la injusticia que hiciere, porque no hay acepción de personas."
(1ª Juan 5:17) "Toda injusticia es pecado..."
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El amor se goza de la verdad:
Pensemos en procurar todo lo que es verdadero y máxime cuando tenemos el privilegio tan grande, de haber creído y conocido a nuestro Señor Jesús Cristo, porque, “él es la verdad” Por tanto, ya no debemos hablar por nuestra propia cuenta y buscando nuestra propia gloria, sino que debemos hablar las palabras de Jesús, único modo de buscar la gloria del que le envió, la gloria de nuestro Dios y Padre. Amantes de la verdad, no mirando la apariencia de los hombres y estando exentos y alejados de toda hipocresía. Por ello, velemos y oremos para no entrar en tentación, porque a la verdad el espíritu está dispuesto, pero nuestra carne es débil (Mateo 26:41 y Marcos 14:28). Demos muchísimas gracias, por haber conocido la verdad, la verdad que nos ha hecho libres (Juan 8:32), recibiendo el Espíritu de verdad, el cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce; pero nosotros le conocemos, porque mora en nosotros, y estará con nosotros (Juan 14:17).
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¡El amor todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta!
Estoy convencido, que si los verdaderos cristianos nos compenetráramos del espíritu de este capítulo y lo pusiéramos en práctica, durante un año tan solo, la iglesia de Dios vería duplicar el número de sus hijos.
La carencia de amor entre nosotros, que somos sus discípulos, es el mayor obstáculo al desarrollo de la Obra de Dios.
¡Cuando amamos a los hermanos, poco importan sus defectos, si es que los tienen!
¡Para alcanzar a los hombres, es preciso amarlos mucho!
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El amor, es la savia del evangelio; es el secreto de la predicación fuerte y viviente. El blanco de toda predicación, es el llevar a Dios los corazones de los hombres, y solo el amor sabe descubrir los misteriosos senderos que guían al corazón. Por tanto, si no poseemos un ferviente amor y una profunda compasión por la humanidad, no lograremos ganar almas, nunca lograremos el dominio que se ejerce sobre el corazón del hombre.
Dice un proverbio árabe:
¡La espada hace doblegar el cuello, más solo el corazón doblega el corazón!
El Señor enseñó a sus discípulos la humildad. Les enseñó y les exhortó en cuanto a conferir honra, el preferir cada cual al otro; a no ser hinchados de orgullo, ni envidiosos, sino más bien mansos y humildes de corazón.
Cuanto más amemos, tanto más fácil nos será trabajar para el Señor. No habrá cosa insignificante, todo nos parecerá importante. ¡No nos hagamos ilusiones! Dios no bendice los trabajos vistosos pero carentes de amor, sino, que se alegra y bendice la más pequeña cosa hecha por Él, con amor. Un vaso de agua fría dado a uno de sus hijos por amor de Él, tiene más valor a sus ojos, que una predicación a multitudes, inspirada por la ambición y la vanagloria.
Los cristianos, no debemos hacer las cosas porque es nuestro deber, sino que debemos hacerlas por amor, porque amamos al Señor.
Cuando hay amor, las tareas nos parecen siempre fáciles. El apóstol Pablo anhelaba trabajar porque amaba a su Señor y Salvador y se sentía amado por Él; aún el sufrir por su amado Maestro le era un gozo.
No debemos hacer las cosas, pensando en que clase de bendición nos concederá el Señor. El verdadero amor se afana de corazón, sin que jamás ponga condiciones. No negociemos con el Señor (porque entre otras cosas no podemos), pero tomemos placer en hacer lo que nos pida.
¡El amor crea el amor!
Una oración que hemos de presentar con perseverancia ante el Trono de la Gracia, es sin duda, la que hallamos formulada en la exhortación que nos da (Hebreos 13:1).
"Permanezca el amor fraternal"
¡Sí! Un amor verdadero, sin hipocresía, fruto de la nueva naturaleza. Cada vez que nos reunamos sería bueno dirigiéramos al Señor, la ferviente oración diciéndole:
Padre: “¡que todo sea hecho en amor!" "¡que todo sea hecho en tu Amor!"
Todas nuestras actuaciones, deben ir enfocadas al objeto de procurar fervientemente los intereses de la asamblea o iglesia, si anhelamos que la paz reine en su seno.
Anhelemos esta paz bendita, deseémosla fervientemente, para nuestra bendición y la de nuestros hermanos con quienes andamos en plena comunión. No olvidemos nunca, que si no hay paz y armonía en la asamblea o iglesia, no podrá haber en ella, ni gozo, ni bendición; y lo que es aún más grave, no la habrá tampoco, para aquellos que nos rodean.
Los que nos rodean, serán atraídos hacia la verdad, si en la asamblea o iglesia está la paz y gozan de todos sus privilegios, mientras que se apartarán si ven en ella disensiones y contiendas.
¡Por tanto, hermanos, anhelemos y busquemos la paz
y la prosperidad de la asamblea o iglesia para que el bendito nombre del Señor sea glorificado en ella !
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1ª Corintios 13:1-13
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El amor es sufrido:
Pongamos nuestros ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, que con gozo obedeció al Padre, sufriendo menosprecio, oprobio e insultos; pero sobretodo sufriendo la cruz, clavado en ella por nuestros pecados y limpiándonos con su sangre preciosa. Pero, ¡Gloria a Dios!, que resucitó y ascendiendo a la Gloria, está sentado a la diestra del trono de Dios el Padre.
Considerando a nuestro Señor, que sufrió tal contradicción de pecadores contra sí mismo, no decaeremos en el ánimo y sin desmayar por amor a él, seremos gozosos en la esperanza, sufridos en la tribulación y constantes en la oración (Romanos 12:12). Sufriremos más bien los agravios, el ser defraudados (1ª Corintios 5:7), oprobios, penalidades y toda clase de cosas contrarias, sabiendo que esperamos en el Dios viviente, que es el Salvador de todos los hombres, mayormente de los que creen (1ª Timoteo 4:10), y que si sufrimos, también reinaremos con él (2ª Timoteo 2:12).
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El amor es benigno:
Nosotros que hemos gustado la benignidad de Dios, debemos caracterizarnos por mostrar buena voluntad, comprensión y simpatía hacia los demás.
(Lucas 6:35) “Amad, pues, a vuestros enemigos, y haced bien, y prestad, no esperando de ello nada; y será vuestro galardón grande, y seréis hijos del Altísimo; porque él es benigno para con los ingratos y malos."
(Gálatas 5:22) "Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe,"
(Efesios 4:32) "Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo."
(Colosenses 3:12) "Vestíos, pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia;"
(Santiago 3:17) "Pero la sabiduría que es de lo alto es primeramente pura, después pacífica, amable, benigna, llena de misericordia y de buenos frutos, sin incertidumbre ni hipocresía."
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El amor no tiene envidia:
La envidia está considerada en la Palabra, como una plaga de la peor especie: “¿Quién parará delante de la envidia?” (Proverbios 27:4)
Por eso, somos exhortados a permanecer alejados de su terrible influencia: “No tengas envidia de los que hacen iniquidad” (Salmo 27:1)
El deseo de superación en nuestras circunstancias materiales, pueden conducirnos a poner nuestro corazón en la prosperidad ajena, sin considerar el origen, así: “no tenga tu corazón envidia de los pecadores .“ (Proverbios 23:17)
Es una oportuna advertencia, porque: “El corazón apacible es vida de la carne; más la envidia es carcoma de los huesos” (Proverbios 14:30)
¡Qué contraste! Al igual que el día y la noche, la luz y las tinieblas, lo bueno y lo malo, así es un corazón sin envidia , o con ella.
Si somos prevenidos, es porque en nuestra carne mora el germen de la envidia y otras nocivas enfermedades que debilitan el alma, alejándola de Dios.
La Iglesia de Corinto, no fue precisamente un modelo de iglesia a imitar, sino por el contrario fue modelo para que aprendamos a realizar hoy los ajustes que fueren precisos, por medio de las reprensiones que el apóstol Pablo, en su amor, solicitud e inspiración les dirige en sus epístolas.
(2ªCorintios 12:20) “...que no haya entre vosotros contiendas, envidias..”
La envidia es una de las obras de la carne (Gálatas 5:21), que debe dejarse en virtud de la nueva naturaleza adquirida (1ª Pedro 2:1). El envidioso es manifiesto a todos; aún el hombre natural discierne la envidia en sus semejantes.
En todas las manifestaciones de la vida, la envidia, ocupa un lugar destacado para lo malo. En muchas ocasiones, ¡demasiadas!, ocurre, que juzgamos a alguien como soberbio, altivo u arrogante, cuando en realidad, lo que ha ocurrido, es que su excelencia ha despertado la envidia en nosotros: “He visto asimismo que todo trabajo y toda excelencia de obras despierta la envidia del hombre contra su prójimo. También esto es vanidad y aflicción de espíritu.” (Eclesiastés 4:4)
¡No juzguemos según las apariencias, sino juzguemos con justo juicio! (Juan 7:24)
En la vieja naturaleza, solo la muerte da al traste con ella:
(Eclesiastés 9:5-6) “Porque los que viven saben que han de morir; pero los muertos nada saben, ni tienen mas paga; porque su memoria es puesta en olvido. También su amor y su odio y su envidia fenecieron ya; y nunca más tendrán parte en todo lo que se hace debajo del sol”
Sucede también, que Dios, quiere honrar o distinguir a alguno de entre sus hijos (Él es soberano en todo). Si fuese así:
¡Amemos al que Dios honra! ¡Honremos al que Dios ama!
No imitemos la conducta de los malos hermanos de José, que: “le aborrecían y no le podían hablar pacíficamente”
La envidia, es el motor que mueve toda oposición a la manifestación del amor.
(Génesis 37:4 y 11) “... y viendo sus hermanos que su padre le amaba más que a todos sus hermanos, aborrecíanle y … le tenían envidia”
Y por lo tanto, pensaron y maquinaron para destruirle:
¡Pero Dios preservó su vida!
¡Dios preserve nuestras almas de esta perniciosa plaga
de la envidia!
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El amor no es jactancioso:
No debemos ser presumidos, alardeando de nosotros y de nuestras propias cualidades,, porque ello es vanidad y para nada aprovecha.
La ley de nuestra fe excluye la jactancia:
(Romanos 3:27) "¿Dónde, pues, está la jactancia? Queda excluida. ¿Por cuál ley? ¿Por la de las obras? No, sino por la ley de la fe."
(1ª Corintios 5:6) "No es buena vuestra jactancia. ¿No sabéis que un poco de levadura leuda toda la masa?"
(Santiago 4:16) "Pero ahora os jactáis en vuestras soberbias. Toda jactancia semejante es mala;"
¡Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes!
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El amor no se envanece:
Debemos evitar todo tipo de sentimientos de orgullo o vanidad.
(1ª Corintios 4:6) "... aprendáis a no pensar más de lo que está escrito, no sea que por causa de uno, os envanezcáis unos contra otros."
(1ª Corintios 8:1) "El conocimiento envanece, pero el amor edifica."
(1ª Timoteo 6:3-5) "Si alguno enseña otra cosa, y no se conforma a las sanas palabras de nuestro Señor Jesús Cristo, y a la doctrina que es conforme a la piedad, está envanecido, nada sabe, y delira acerca de cuestiones y contiendas de palabras, de las cuales nacen envidias, pleitos, blasfemias, malas sospechas, disputas necias de hombres corruptos de entendimiento y privados de la verdad, que toman la piedad como fuente de ganancia; apártate de los tales."
(Efesios 4:17) "Esto, pues, digo y requiero en el Señor: que ya no andéis como los otros gentiles, que andan en la vanidad de su mente,"
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El amor no hace nada indebido:
No hagamos algo inconveniente, ilegal o injusto. Y no lo haremos, porque siempre buscaremos la gloria de Dios, sabiendo, que Él es verdadero y no hay injusticia en Él (Juan 7:18). Si nos desviáramos de Su voluntad, haciendo lo indebido, Su palabra nos dice, que también nosotros recibiremos lo indebido.
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El amor no busca lo suyo:
(Filipenses 2:21) "Porque todos buscan lo suyo propio, no lo que es de Cristo Jesús."
(1ª Timoteo 5:8) "...porque si alguno no provee para los suyos, y mayormente para los de su casa, ha negado la fe, y es peor que un incrédulo."
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El amor no se irrita:
Dice la palabra de Dios: "No nos hagamos vanagloriosos, irritándonos unos a otros, envidiándonos unos a otros." (Gálatas 5:26)
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El amor no guarda rencor:
No debemos o debiéramos albergar sentimientos de hostilidad, de resentimiento, sintiéndonos agraviados u ofendidos, con nadie y muchísimo menos con nuestros hermanos en Cristo.
(Mateo 5:23-24) "Por tanto, si traes tu ofrenda al altar, y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, deja allí tu ofrenda delante del altar, y anda, reconcilíate primero con tu hermano, y entonces ven y presenta tu ofrenda."
(1ª Corintios 6:7) "¿Por qué no sufrís más bien el agravio? ¿Por qué no sufrís más bien el ser defraudados?"
(1ª Tesalonicenses 4:6) "que ninguno agravie ni engañe en nada a su hermano; porque el Señor es vengador de todo esto, como ya os hemos dicho y testificado."
(Mateo 6:14) (Marcos 11:26) "Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial;"
(Mateo 18:35) (Marcos 11:25) "Así también mi Padre celestial hará con vosotros si no perdonáis de todo corazón cada uno a su hermano sus ofensas."
(Santiago 3:2) "Porque todos ofendemos muchas veces. Si alguno no ofende en palabra, éste es varón perfecto, capaz también de refrenar todo el cuerpo."
(Santiago 5:16) "Confesaos vuestras ofensas unos a otros, y orad unos por otros, para que seáis sanados. La oración eficaz del justo puede mucho."
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El amor no se goza de la injusticia:
Dice la palabra de Dios: "No os unáis en yugo desigual con los incrédulos; porque ¿qué compañerismo tiene la justicia con la injusticia? ¿Y qué comunión la luz con las tinieblas?" (2ª Corintios 6:14)
(Colosenses 3:25) "Mas el que hace injusticia, recibirá la injusticia que hiciere, porque no hay acepción de personas."
(1ª Juan 5:17) "Toda injusticia es pecado..."
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El amor se goza de la verdad:
Pensemos en procurar todo lo que es verdadero y máxime cuando tenemos el privilegio tan grande, de haber creído y conocido a nuestro Señor Jesús Cristo, porque, “él es la verdad” Por tanto, ya no debemos hablar por nuestra propia cuenta y buscando nuestra propia gloria, sino que debemos hablar las palabras de Jesús, único modo de buscar la gloria del que le envió, la gloria de nuestro Dios y Padre. Amantes de la verdad, no mirando la apariencia de los hombres y estando exentos y alejados de toda hipocresía. Por ello, velemos y oremos para no entrar en tentación, porque a la verdad el espíritu está dispuesto, pero nuestra carne es débil (Mateo 26:41 y Marcos 14:28). Demos muchísimas gracias, por haber conocido la verdad, la verdad que nos ha hecho libres (Juan 8:32), recibiendo el Espíritu de verdad, el cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce; pero nosotros le conocemos, porque mora en nosotros, y estará con nosotros (Juan 14:17).
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¡El amor todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta!
Estoy convencido, que si los verdaderos cristianos nos compenetráramos del espíritu de este capítulo y lo pusiéramos en práctica, durante un año tan solo, la iglesia de Dios vería duplicar el número de sus hijos.
La carencia de amor entre nosotros, que somos sus discípulos, es el mayor obstáculo al desarrollo de la Obra de Dios.
¡Cuando amamos a los hermanos, poco importan sus defectos, si es que los tienen!
¡Para alcanzar a los hombres, es preciso amarlos mucho!
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El amor, es la savia del evangelio; es el secreto de la predicación fuerte y viviente. El blanco de toda predicación, es el llevar a Dios los corazones de los hombres, y solo el amor sabe descubrir los misteriosos senderos que guían al corazón. Por tanto, si no poseemos un ferviente amor y una profunda compasión por la humanidad, no lograremos ganar almas, nunca lograremos el dominio que se ejerce sobre el corazón del hombre.
Dice un proverbio árabe:
¡La espada hace doblegar el cuello, más solo el corazón doblega el corazón!
El Señor enseñó a sus discípulos la humildad. Les enseñó y les exhortó en cuanto a conferir honra, el preferir cada cual al otro; a no ser hinchados de orgullo, ni envidiosos, sino más bien mansos y humildes de corazón.
Cuanto más amemos, tanto más fácil nos será trabajar para el Señor. No habrá cosa insignificante, todo nos parecerá importante. ¡No nos hagamos ilusiones! Dios no bendice los trabajos vistosos pero carentes de amor, sino, que se alegra y bendice la más pequeña cosa hecha por Él, con amor. Un vaso de agua fría dado a uno de sus hijos por amor de Él, tiene más valor a sus ojos, que una predicación a multitudes, inspirada por la ambición y la vanagloria.
Los cristianos, no debemos hacer las cosas porque es nuestro deber, sino que debemos hacerlas por amor, porque amamos al Señor.
Cuando hay amor, las tareas nos parecen siempre fáciles. El apóstol Pablo anhelaba trabajar porque amaba a su Señor y Salvador y se sentía amado por Él; aún el sufrir por su amado Maestro le era un gozo.
No debemos hacer las cosas, pensando en que clase de bendición nos concederá el Señor. El verdadero amor se afana de corazón, sin que jamás ponga condiciones. No negociemos con el Señor (porque entre otras cosas no podemos), pero tomemos placer en hacer lo que nos pida.
¡El amor crea el amor!
Una oración que hemos de presentar con perseverancia ante el Trono de la Gracia, es sin duda, la que hallamos formulada en la exhortación que nos da (Hebreos 13:1).
"Permanezca el amor fraternal"
¡Sí! Un amor verdadero, sin hipocresía, fruto de la nueva naturaleza. Cada vez que nos reunamos sería bueno dirigiéramos al Señor, la ferviente oración diciéndole:
Padre: “¡que todo sea hecho en amor!" "¡que todo sea hecho en tu Amor!"
Todas nuestras actuaciones, deben ir enfocadas al objeto de procurar fervientemente los intereses de la asamblea o iglesia, si anhelamos que la paz reine en su seno.
Anhelemos esta paz bendita, deseémosla fervientemente, para nuestra bendición y la de nuestros hermanos con quienes andamos en plena comunión. No olvidemos nunca, que si no hay paz y armonía en la asamblea o iglesia, no podrá haber en ella, ni gozo, ni bendición; y lo que es aún más grave, no la habrá tampoco, para aquellos que nos rodean.
Los que nos rodean, serán atraídos hacia la verdad, si en la asamblea o iglesia está la paz y gozan de todos sus privilegios, mientras que se apartarán si ven en ella disensiones y contiendas.
¡Por tanto, hermanos, anhelemos y busquemos la paz
y la prosperidad de la asamblea o iglesia para que el bendito nombre del Señor sea glorificado en ella !
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